ANA MARÍA ALVARADO
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Desde el domingo a las 6:15 de la mañana cuando se dio a conocer la muerte de don Vicente Fernández ha surgido un remolino de emociones: el dolor para la familia y su público, la llegada de múltiples recados, mensajes y llamadas.

Las horas previas a su muerte fueron un infierno, pues el día que les avisaron que a su padre le quedaban pocas horas de vida, los inundó la tristeza y la desolación, pues ya no había nada qué hacer, sólo despedirse del cantante entre lágrimas, palabras de aliento y abrazos.

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Sin embargo, durante el domingo y el lunes, los integrantes de la familia estuvieron fuertes como un roble, doña Cuquita y sus hijos: Vicente, Gerardo, Alejandro y Alejandra, además de sus nietos y amigos, montaron guardias ante el féretro y saludaron a muchas personas.

Tuvieron que enfrentarlo y tomar decisiones rápidamente, pues sabían que no sólo era su padre, había partido un gran ídolo y eso no se podía esconder, con el tiempo se darán cuenta que el amor de la gente ayudará para curar las heridas y esa es la función de los funerales, encontrar paz y compartir con las personas un amor en común, comprendiendo el significado de la ausencia de un ser querido; cada abrazo es un recordatorio de la huella que dejó don Vicente, del cariño y el respeto ganado y demuestra que la partida no es una batalla perdida, es el destino final del alma.

Vicente Fernández acuñó frases valiosas entre ellas: “las lágrimas son la tintorería del alma” y hoy queda como anillo al dedo, al igual que cuando dijo: “el día que me estén sepultando, El Rey será cantado por todo el mundo, en televisión o donde quiera que estén”.

Hicieron homenajes durante el domingo y parte del lunes, a las 15:00 horas oficiaron una misa y a las 16:00 pidieron que se retiraran del rancho de Los tres potrillos para poder estar en familia y desahogarse, después enterraron a don Vicente en un mausoleo que construyeron para que el intérprete descanse en paz y fue cuando la familia pudo vivir su duelo.

A Vicente le gustaba la fiesta y la parranda, pero nunca faltó a un concierto y era algo que siempre le decía a Alejandro cuando en su juventud cometió varias locuras, pero le pidió que respetara el escenario, hoy varios de los Fernández se dedican a la música y su abuelo procuró apoyar a todos por igual.

Hoy descansa en paz uno de nuestros grandes ídolos, de los últimos que quedan de esta talla, vienen otras generaciones empujando, pero aún les falta camino por recorrer. Pero sus canciones se quedarán por siempre y Vicente será referencia como uno de los mejores representantes de la música mexicana.

Hay másÔǪ pero hasta ahí les cuento.

 

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