Latitudes
Por Alberto Lati
Twitter: @albertolati

Nadie lo vio venir: cuando se pensaba que París 2024 invitaría a su programa a un deporte extremo o a los millonarios video juegos (los eSports), ha sido el break dance la inesperada disciplina considerada.

Todavía falta un complejo proceso de votaciones y deliberaciones para que ese baile, popularizado en los años ochenta y consistente en una serie de acrobacias sobre el piso, sea admitido para los Olímpicos de la capital francesa. Como sea, la primera reacción ha sido de extrañeza. Nadie duda del carácter atlético y la profunda preparación física que demanda esa danza. No obstante, varios deportes se pensaban mucho mejor posicionados de cara a conquistar esa plaza. Por enlistar ejemplos: béisbol y karate que saldrán tras su efímera aparición en un país beisbolero y padre de esa arte marcial, como lo es Japón en Tokio 2020; además, racketball, billar, boliche, squash, cricket, lacrosse, kung-fu esquí acuático y hasta motonáutica (que alguna vez ya fue olímpico).

Los Olímpicos buscan desesperadamente elevar su audiencia. Por un lado, se han abierto a deportes muy cercanos a las disciplinas extremas, como pueden serlo el espectacular el ciclismo BMX o la recién integrada patineta.

Por otro, intentan incorporar nociones vinculables a cultura urbana, con su carga musical y social. Por ello, el break dance sedujo a París 2024: no sólo por lo vistosas que pueden ser sus rutinas, ejecutadas por auténticos especialistas; también por su hilo directo al
entorno del hip-hop y el grafiti, a todas las expresiones de arte en la calle, incluso por su semilla de rebeldía y anti-sistema.

Otro camino hubiese sido recurrir a disciplinas de audiencia muy focalizada aunque numerosa, como lo sería el cricket tan amado en India y Pakistán. Sin embargo, la cantidad de integrantes que tiene cada equipo es un problema: el COI necesita restringir la cantidad total de participantes a 10 mil 500 atletas y 10 selecciones de cricket se traducirían en no menos de 220 personas (dicho sea de paso, ese es uno de los obstáculos en contra del béisbol, el tamaño de los equipos; el otro es que no es jugado en todo el mundo y París no tiene ninguna necesidad de erigir infraestructura para algo que su gente ni entiende).

No es seguro que el break dance salte todos los filtros, mas su sola nominación e invitación ya es una declaración de intenciones. París 2024 intenta maquillar la propuesta refiriéndose a que será una conexión con los Olímpicos culturales y las medallas alguna vez otorgadas a músicos, escultores, pintores.

Eso suena bonito, pero la razón es otra: conquistar mayores auditorios, sobre todo aquellos renuentes a los eventos tradicionales cuyo arquetipo son los Juegos Olímpicos.

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