Adrián Trejo
Adrián Trejo

La divisa del poder
Por: Adrián Trejo
Correo: engranev@yahoo.com.mx // Twitter: @adriantrejo

México se encuentra ya en la temida Fase 3 de la pandemia, sin que el Gobierno federal radicalice la estrategia de reducción de movilidad y confinamiento, como se hizo en otros países.

La razón tiene que ver con el “respeto a los derechos humanosÔÇÖÔÇÖ y a la seguridad de que los mexicanos en general “se apuntaron un diezÔÇÖÔÇÖ en las dos primeras fases de mitigación de la pandemia.

La realidad, como lo han demostrado cientos de videos disponibles en las redes sociales, es que, al menos en la capital, el movimiento de personas y vehículos sigue estando muy por arriba de lo deseable.

Tan es así, que la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, anunció el cierre del 20% de las estaciones de todo el transporte público, incluido el Metro.

Esta medida pretende reducir la movilidad aún más en esta etapa considerada la peor para el contagio del virus.

No habrá toque de queda ni sanciones para los ciudadanos que no respeten la cuarentena, como en otros estados del país -Sonora, Jalisco, Michoacán-, que sí han establecido desde detenciones por 36 horas hasta multas por miles de pesos.

Sin la claridad de las medidas que deben acatarse en esta fase, confiar en el sentido común de los ciudadanos es un riesgo.

No se trata de violar derechos humanos ni de militarizar las ciudades, sino de establecer reglas claras aplicables para todos, que resulten eficaces para la contención de los contagios.

¿Ya no habrá tianguis en ninguna delegación de la CDMX? ¿Los negocios no esenciales ahora si deberán cerrar?
Ayer fue el día que más defunciones causó el Covid-19: 145 y también el que más contagios registró, 729.

Estamos pues, entrando al ojo del huracán.

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Aunque en muchos sectores -incluidos los partidos de oposición- no gustó, la aprobación de la Ley de Amnistía le ganó al Gobierno de México el reconocimiento de la oficina de la ONU contra la Drogas y del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la propia Organización.

El trabajo de tejer dicha aprobación debe acreditarse a Ricardo Monreal, con todo y que incluso entre sus aliados había dudas sobre la pertinencia de la discusión de dicha ley.

Como sea, falta ver en la práctica sus resultados.

Hasta ahora, los sistemas de justicia de algunos estados han liberado a delincuentes considerados no peligrosos, algunos con el localizador en el tobillo que ya vimos que no les impiden delinquir.

¿Cuántos presos federales quedarán en libertad? Según los beneficiarios en las listas, no llegarían ni a cuatro mil.

Pero habrá que esperar a que dicha ley -¿habrá ley secundaria-, se aplique para saber si solo fue pirotecnia política o un deseo real y auténtico de despresurizar las cárceles.

Y ver, también, si se cumplen los pronósticos de los adversarios a esta ley: que la delincuencia aumentará exponencialmente en los próximos meses.

Ojalá y no.

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Por favor si se encuentran por ahí al director de Pemex Octavio Romero Oropeza -más huidizo que una anguila- y a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, ¿les podrían avisar que urge su presencia en la Caja de Hacienda?

Porque alguna responsabilidad deben tener no en el comportamiento del mercado internacional del petróleo, sino en la insistencia de querer rescatar a Pemex pero, sobre todo, de no hacer entender a su jefe que petrolizar la economía no es el camino.

A ver si entienden.

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