Tiempo Nuevo
Por: Salvador Guerrero
Correo: sgchipres1@hotmail.com / Twitter: @guerrerochipres

Cada diez años, el INEGI realiza una de las labores estadísticas más ambiciosas del país. Sin dicho trabajo, la lectura del territorio mexicano, a nivel geográfico y sociológico, sería deficiente; gracias a él, las instituciones, las empresas y la ciudadanía pueden acceder grosso modo a una muestra representativa de datos significativos sobre las características de la población, los negocios, la economía y la incidencia delictiva. El abanico de información es realmente amplio.

Ayer, en el umbral de una nueva década, arrancó el Censo de Población y Vivienda 2020, y lo hizo, justamente, en un punto turbulento: bajo la llegada del Covid-19 a México y un poco antes del paro del 9 de marzo. Ambos sucesos están contemplados por el organismo, con medidas sanitarias, la verificación de que ningún encuestador haya viajado fuera del país en el último mes y la expresión de su solidaridad ante la ausencia laboral de sus trabajadoras.

Queda claro que atravesamos la renovación de una serie de paradigmas donde el México de hoy no es, ni de cerca, el mismo que hace diez años. Ahora se buscará recabar información precisa sobre afrodescendencia, capacidades diferentes y migración, además de que por primera vez todo se registrará, desde el principio, en dispositivos móviles.

El trabajo de quienes prestan su servicio al INEGI es valioso y loable. No hay que olvidar que, en muchos casos, ellos corren riesgo, como sucedió hace un lustro, en la Sierra Tarahumara, donde asesinaron a dos encuestadores mientras cumplían su labor.

No es la primera vez, tampoco, que el crimen despliega su capacidad de adaptación y aprovecha las coyunturas sociales. En Michoacán, por ejemplo, el Gobierno local instó a la ciudadanía a corroborar que los encuestadores no sean delincuentes intentando sondear la información de una víctima potencial.

Pese a que no se tiene un dato certero y reciente de criminales disfrazados como encuestadores del INEGI, a mediados de febrero circuló, en redes sociales, el video de un asalto con un modus operandi así, noticia cuya falsedad se confirmó después, pero que sirve para vulnerar la confianza y la participación ciudadana. Una participación vital porque, sin ella, el trabajo de campo sería inútil.

La encuesta tiene 38 preguntas y no le quita más de 15 minutos a quien participe; las jornadas terminarán el próximo 27 de marzo y en ellas se tiene contemplado el registro de 51 millones de inmuebles y 127 millones de personas en todo el país. La información que se brinda es absolutamente confidencial y los resultados se darán a conocer el 4 de noviembre.

En esta coyuntura, es indispensable tener información sobre cómo identificar a un encuestador: basta con el holograma de seguridad, la credencial oficial, el chaleco, la mochila y la gorra del Inegi; en el momento de la visita, frente a cualquier señal de inseguridad, se puede introducir el folio en la credencial del encuestador a la página censo2020.mx (o al teléfono 800 111 46 34) y verificar que la persona esté acreditada.

Por ninguna razón se pueden pedir datos bancarios o de otra índole, por lo que, de ser el caso, hay que denunciarlo de inmediato.

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