Enrique Campos
Enrique Campos

Lo que hemos visto hasta ahora, con la poca experiencia que hay en el mundo con el coronavirus Covid-19, es que mientras más sana sea una persona, menos propensa es a tener sintomatología severa y complicaciones mayores ante un eventual contagio.

Con la economía de un país sucede lo mismo, mientras más sana sea una economía, menores deberían ser los efectos negativos que la incertidumbre continuará generando en el planeta por la falta de control de esta nueva sepa del coronavirus.

La Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) no causó una buena impresión en los mercados con su decisión intempestiva de reducir los tipos de interés de referencia en medio punto porcentual, porque ese banco central suele no reaccionar, así, con pánico, ante este tipo de circunstancias.

Son dólares extra para la economía estadounidense, pero también parece una reacción temerosa que puede indicar que la Fed ve algo que los demás no pueden ver todavía. Esa decisión de la Fed debe obligar a actuar a otras autoridades monetarias y hacendarias, incluidas las mexicanas.

Porque no es posible ver en la apreciación del peso frente al dólar, producto del flujo de recursos que desató esa baja en la tasa de interés estadounidense, un triunfo para la economía del país.

El Banco de México tendrá que actuar, y quizá también de forma extraordinaria, para bajar el costo del dinero. Pero tendrá que ser hasta un nivel que respalde la realidad de que la economía mexicana está estancada y eso implica un riesgo para las finanzas públicas.

Por ello, quien más debería mandar un mensaje claro de asepsia económico-financiera es la Secretaría de Hacienda. Y no solo con sus cuatro puntos de acción que realmente no resuelven las dudas de la salud financiera de México.

Qué bueno que el sector salud pueda tener disponible su presupuesto, porque en enero pasado, ya con la emergencia del coronavirus presente en el mundo, ese sector tuvo un subejercicio de 57.7% real en comparación anual.

Qué bueno que aceleren las licitaciones y compren los equipos que hasta hoy no han adquirido y qué bueno que busquen la coordinación mundial.

Pero lo que hoy el mundo financiero ve con atención respecto a nuestro país es la salud de las finanzas públicas, ante la realidad de un crecimiento cero y un posible estancamiento mayor como consecuencia de esta crisis global. México llegó enfermo y debilitado ante los efectos de la enfermedad.

El cuerpo económico mexicano no está en la lista de los países más sanos. No hay una enfermedad declarada, pero el crecimiento está en los huesos. Este país no está tomando las vitaminas necesarias de la inversión privada y no se genera la necesaria confianza desde el Gobierno para mantener en buen estado la salud económica mexicana.

Es ahí donde la 4T tiene que mandar mensajes concretos de responsabilidad en el gasto ante la inminente caída en los ingresos. Lo demás puede sonar a propaganda.

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