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En los últimos lustros, la tendencia hotelera ha sido construir las habitaciones cada vez más cerca del mar, borrando el rastro de vegetación en las dunas costeras para colocar camastros y limpiar la vista, lo que perjudicado a las aves.

“Aquello ha tenido impacto en migración de las aves, que vuelan ininterrumpidamente decenas de kilómetros desde Estados Unidos hasta las costas de Cancún en busca de descanso, sombra y alimento, pero que ahora solo encuentran complejos vacacionales y turistas”, afirmó Bárbara MacKinnon, pionera en el monitoreo de esos animales en la región.

El milano tijereta, una especie rapaz, de largas y estrechas alas, cola bifurcada, de plumaje blanco y negro, elegante, proveniente de Florida, ya no se detiene en Cancún; opta por el oeste antes de detenerse en la cada vez más urbanizada ciudad, ejemplifica la observadora de aves.

Además de este halcón, hay unas 266 especies que migran a la Península de Yucatán.

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“La preservación del medio ambiente en la región, de sus áreas Naturales Protegidas, de las áreas verdes y la selva en general, es crucial para la supervivencia de las aves”, advierte MacKinnon.

Lo mismo para la preservación de la vegetación en la costa, pues 115 especies residentes viven exclusivamente dentro de la franja de dos kilómetros de ésta.

Bárbara MacKinnon no es bióloga, estudió sociales, no obstante, desde 1969 ha estado interesada en las aves.

Fue a partir de 1975, cuando mudó su residencia a Isla Mujeres, que comenzó a adentrarse, con la ayuda de libros y con la guía de arqueólogos y ornitólogos, al mundo de las aves y a monitorear las diferentes especies que observaba en los paseos en lancha que ofrecía a los turistas.

Por RICARDO HERNáNDEZ