Expediente
Por Jorge Rocha
Twitter; @rochaperiodista / jorgearmando_rocha@yahoo.com.m

Acostumbrado a lidiar con diversas batallas, el sonorense Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, libra la más trascendente: la pacificación del país.

El delicado tema de la seguridad está convertido en un botín político desde siempre. La oposición en turno suele darse vuelo con mordaces críticas ante la falta de resultados, pero ya al mando del Gobierno, PAN, PRI y ahora Morena se dan cuenta que la solución no era tan sencilla como lo marcaba el diagnóstico.

Lo único evidente es que la imparable violencia histórica pone en riesgo la viabilidad del Estado mexicano. Como sociedad no podemos darnos el lujo de continuar siendo una maquinaria de sangre y seguir coleccionando historias de robos, extorsiones, secuestros, feminicidios y crímenes contra periodistas.

Por eso el reciente llamado del secretario Durazo Montaño llega en buen momento:
“Debemos trascender las diferencias políticas cuando menos para trabajar juntos en el ámbito de la seguridad. No es razón para la población que padece el agravio de la criminalidad decirle que no podemos trabajar porque tenemos diferencias políticas, eso no es posible”, sentencia.

Tuve la oportunidad de conocer en las aulas al también ex secretario particular de Luis Donaldo Colosio y del ex presidente Vicente Fox cuando estudiábamos un posgrado en política pública en el Tec de Monterrey. No tengo asomo de duda de sus buenas intenciones y de su aprecio por la hechura de acciones debidamente planeadas que incidan positivamente en la comunidad, pero el reto es colosal. Como muestra, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador asegura que los más de 40 mil desaparecidos son “la herencia más triste y dolorosa” que recibió.

Durazo, acostumbrado a los resultados, deberá caminar con eficacia. Recientemente logró operar en el Congreso Federal y locales la aprobación constitucional de una Guardia Nacional como la gran apuesta para ir apaciguando el territorio.

Pero en el terreno político libra otras batallas. En los pasados comicios se convirtió en un estratega que con Morena picó piedra en el norte del país y logró que el partido de AMLO barriera en Sonora a tal grado de conquistar no sólo su senaduría, sino las siete diputaciones federales y 20 de 21 diputaciones locales en disputa.

En todos los frentes sus contrarios quieren verlo tropezar. Fox, uno de ellos, no le perdona que con su abrupta renuncia al gabinete en 2004 y una dura carta de 19 cuartillas haya reventado la pretendida candidatura presidencial de su esposa, Marta Sahagún.

Quizá el destino no muy lejano de Durazo termine siendo la candidatura por la gubernatura de Sonora en 2021, para la cual tiene ya los méritos suficientes, pero sentar las bases de una estrategia eficaz que ayude a disminuir drásticamente los altos índices delictivos sería su más significativo logro en su paso por la administración pública en un país que aún padece “hambre y sed de justicia”, como diría su ex jefe Colosio.

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