Mientras en los parques de pelota a lo largo de la Unión Americana se disputaban los encuentros dominicales, en Cooperstown se realizaba la ceremonia de inducción de un generación de ex peloteros asombrosos, en especial, el primero que entra al Recinto de los Inmortales con el 100% de las votaciones.
Mariano Rivera, el panameño que no recibió un voto en contra para ingresar, fue acompañado por sus contemporaneos Edgar Martínez y Mike Mussina. Quien cerró el póquer de estelares fue Brandy Halladay, la esposa del fallecido pitcher Roy Halladay, quien de igual manera a partir de ayer ya cuenta con su placa.
El resto de la generación la completaron el toletero zurdo Harold Baines y el tercer cerrador con más salvamentos de la historia: Lee Smith. Uno a uno los peloteros retirados desfilaron para recibir su placa que estará entre los muros de Cooperstown y ofrecieron un discurso que avivó a los aficionados que se dieron cita para esta ocasión.
Para la pelota latina fue un día inolvidable, pues dos peloteros de habla hispana ingresaron y y la cifra de jugadores de Latinoamérica aumentó. Los dos más esperados fueron precisamente estos: Edgar Martínez y Mariano Rivera.
El bateador designado más recordado hasta antes de David Ortiz agradeció por este reconocimiento particularmente a los aficionados de los Mariners, equipo con el que se mantuvo durante toda su carrera profesional en las Grandes Ligas.
Para Panamá fue un día histórico, ya que ingresó el segundo pelotero de aquel país al Salón de la Fama, lo que se tradujo en una fiesta nacional. Tal fue el acontecimiento que la gloria del boxeo canalero: Roberto Manos de Piedra Durán, se dio cita a la ceremonia.
Así cierra está década. Con una generación brillante y que dejó un legado inolvidable en los diamantes del mejor beisbol de mundo. Ahora les toca disfrutar de la vida después de ser proclamado como un inmortal.