MÉXICO.- Luego de 32 años de buscar a su hijo Jonathan tras ser secuestrado en Colombia, Ana Jiménez pudo reencontrarse con él, luego de ubicarlo en Noruega.

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El 25 de septiembre de 1987 desapareció del jardín de su casa, en el occidente de Bogotá, donde se encontraba jugando, mientras ella se encontraba al interior de su domicilio.

En el momento del incidente, Juan Jiménez, el segundo hijo de Ana de cinco años, miraba desde la ventana a su hermanito Jonathan, de tres, jugando en el jardín. El hermano mayor, Alfonso de siete años, recuerda que llegó un hombre que le dijo al más pequeño que lo llevaría a comprar dulces, se fue con él y nunca regresaron.

Una hora más tarde Ana llamó a sus hijos y dio cuenta que el pequeño no estaba por lo que inició la búsqueda por todos lados, pero no logró encontrarlo, recorrió calles completas y no lo vio hasta 32 años después.

En su tristeza y desesperación la madre de Jonathan decidió callar ya que su esposo y padre de su hija era un sargento 30 años mayor que ella y era demasiado violento y abusador, así lo dio a conocer el medio colombiano El Tiempo.

Pasaron los años y Ana no recibió ninguna noticia del paradero de su hijo, hasta el año 1994 cuando el hombre que raptó a su hijo le dijo que se lo había llevado por orden de su pareja y que el niño se encontraba en Estados Unidos con una familia adinerada.

Poco después, Juan, el hermano de Jonathan inició sus estudios en actuación y pudo viajar a Estados Unidos y a propósito de ir al país, decidió comenzar a buscarlo y fue a mediados del 2018 cuando recibió un correo de una compañía de ADN llamada ÔÇÿMy HeritageÔÇÖ,para ayudarle a buscar a su familiar. Juan les contó la historia, pero durante un año y medio no ocurrió nada nuevo, hasta el 2 de diciembre de 2019 que recibió una mensaje de una persona por parte de la compañía.

De inmediato Juan viajó a Noruega y, el 7 de enero de 2020, un mes después del mensaje, Jonathan regresó con su hermano mayor a Colombia, donde pudo reencontrarse con su madre.

“Esa primera vez que lo vi yo temblaba, toda la familia estaba pendiente de que no me fuera a dar nada, las piernas como que no me daban, yo estaba parada con el letrero de bienvenida y sentía que me desmoronaba”, relató Ana al diario.

Con información de: Redacción