Reemplazar el monumento a Cristóbal Colón no representa un verdadero a apoyo a las comunidades indígenas y tampoco genera un análisis histórico, sólo un discurso político, coincidieron politólogos, filósofos e historiadores consultados.

Lo anterior, luego del anuncio de que la estatua del navegante genovés será reemplazada por Tlalli, la representación de una mujer indígena.

“No es una reflexión histórica, es un instrumento dentro de su narrativa política de que ellos son los salvadores de los pobres. No tiene nada de original, es exactamente lo mismo que en el régimen del PRI en el siglo pasado”, observó el integrante del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Jorge Traslosheros.

Abundó que hay una falta de apoyo a las comunidades indígenas que viven en la CDMX, ya que son los invisibles “pero van a tener un monumento a una mujer olmeca”.

Federico Lazarin, doctor en Historia de México por la UNAM, consideró que el Gobierno tiene la idea de reescribir la historia desde su propia visión e interpretación, para acomodarla y decirnos que fue así para que ellos llegaran al poder.

“Esto lo han hecho muchos grupos, no sólo en México. Han creado polémica por el personaje de Colón, que no lo ven como un héroe nacional, pero es parte de cómo nos formamos, es parte de nuestra cultura e identidad. Hay esta controversia y la idea de que el mundo prehispánico era un paraíso que vinieron a destruir los españoles gracias a que Colón descubrió esta parte”.

“VOLUNTARISMO POLÍTICO”

Erubiel Tirado, coordinador del Diplomado de Seguridad Nacional, Democracia y Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana, señaló que hay dimensiones de interpretación, una de ellas política, pretensión de todo grupo gobernante que busca marcar una diferencia con gestiones anteriores.

Resaltó que esto tiene consecuencias porque las motivaciones pueden ser varias: “Por ejemplo en los años 70 se genera un nuevo trazo en las vialidades en la CDMX con Carlos Hank González y lo tenemos hasta la fecha. Los ejes viales implicaron cambio de nombres y la nomenclatura tiene una connotación política”.

Refirió que el cambio de estatua comprende la parte ideológica para renombrar calles o quitar monumentos y marca la personalidad del Gobierno en turno: “Todo queda más en un ámbito ideológico y de voluntarismo político”.

En ese tenor, Luis Aarón Patiño, maestro en Filosofía, dijo que el cambio de la estatua de Colón “es un acto meramente simbólico y con intención política por parte del Gobierno”.

Consideró además que se trata de “una nueva hispanofobia acorde con el discurso de la conmemoración de la Conquista”, sin embargo -acotó- la política que sigue el Gobierno es “colonialista” y ejemplo de ello es el Tren Maya.

Patiño añadió que estas estrategias para reivindicar nuestra visión histórica deberían “ser una revisión no cargada sólo hacia el lado indigenista, pues la herencia hispánica y criolla en México es inobjetable”.

Indicó que las implicaciones de estos cambios deberían trascender a la justicia distributiva, a luchar contra la pobreza y la exclusión, y no quedarse sólo en las conmemoraciones de estas fechas.

“El discurso se sigue construyendo de manera oficial, desde una élite que no es indígena y casi a modo para beneficio de la esposa de AMLO. Es una nueva forma de la 4T para capitalizar la problemática indígena”.

APRENDIZAJE COLECTIVO

Al referirse al intento oficial para reconstruir nuestra historia, Sandra Achondo, doctora en Filosofía y profesora en la Universidad Panamericana, señaló:

“La historia nunca es completa y el capital simbólico puede ser reinterpretado una y otra vez con diferentes herramientas y desde distintas perspectivas”.

Indicó “que los ecos de injusticias pasadas no van cambiar, pues se requiere acción política”.

Así, “la historia no es necesario suplantarla o destruirla, sino completarla”.

Anchondo aclaró que también se debe dejar que los pueblos originarios cuenten sus historias: “La verdadera memoria histórica es aprendizaje colectivo.

Sin ella, generaciones más tarde habremos perdido la brújula, pues la destrucción de la historia es tan peligrosacomo creer que no ha pasado nada y estamos en paz por decreto. Hace falta mirarla para entender la desigualdad estructural de un país

que nació como un proyecto blanco desde el triunfo de la Independencia”.

Concluyó: “Mover estatuas no es hacer historia. Hacerlo ni siquiera resulta coherente con las tradiciones de las culturas originarias; es uno más de estos actos para instrumentalizar a las mujeres indígenas, hablar por ellas”.

TLALLI, LA CABEZA QUE REEMPLAZARá AL NAVEGANTE

En sus redes sociales, el artista Pedro Reyes, encargado de realizar la obra Tlalli, mostró lo que será la representación de una mujer indígena que sustituirá al navegante Cristóbal Colón y a los frailes Bartolomé de las Casas, Juan Pérez Marchena, Diego de Deza y Pedro de Gante en Paseo de la Reforma.

Aunque a los pocos minutos dio de baja el video donde mostraba un render de lo que será la escultura, Reyes explicó que se trata de una cabeza de mujer con trenzas cruzadas, inspirada en las cabezas olmecas, incluso con labios y ojos distintivos de éstas.

Al respecto, Enrique Ortiz, autor del libro El mundo prehispánico para gente con prisa, manifestó en su cuenta de Twitter que la cabeza “no tiene nada de olmeca, esto para quienes comentan esto. El peinado es propio de una antigua mujer nahua”.

Y recordó que esta escultura reemplazará al Colón de Carlos Cordier, “uno de los grandes escultores de Francia”.

Sobre el destino del monumento a Cristóbal Colón y los frailes Bartolomé de las Casas, Juan Pérez Marchena, Diego de Deza y Pedro de Gante, aún no se sabe cuál será su lugar de exhibición final.

 

 

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