Enrique Campos
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Los numeritos
Por: Enrique Campos
Twitter: @campossuarez

Es un hecho, durante muchos sexenios una gran cantidad de servidores públicos de la alta burocracia usaron sus cargos para enriquecerse a costa del erario público. “No me des, ponme donde hay”, decían los cínicos políticos que adoptaron aquello de que la moral era un árbol que daba moras.

Es inocultable que muchos ex servidores públicos no necesitaron más que de un sexenio para amasar fortunas que garantizaban su manutención y el de varias generaciones más. Y es incontrovertible que son muy escasos los que han sido procesados por corrupción y metidos a la cárcel.

Hábil como es, el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador supo explotar este hartazgo social por la corrupción, lo hizo bandera política y así llegó al poder.

Claro que hoy le acompañan muchos personajes impresentables que pertenecen a esa camada de abusivos del poder que deberían estar en una celda y no en un despacho público o en un escaño.

Sabe el presidente que el discurso anti corrupción mantiene cautiva a su clientela, aunque la inseguridad, la economía, el estado de derecho y muchas materias de Gobierno tengan hoy resultados negativos.

Pero el presidente está cometiendo un error muy grave en ubicarse él mismo como el modelo a seguir, como el sol alrededor del cual deben girar todos los demás. Esa visión egocentrista hace dictar a su departamento legislativo ordenamientos que hacen del servicio público un acto de suicidio laboral.

De entrada, aquello de que nadie puede ganar más que el presidente suena muy emotivo, muy austero. Pero la realidad es que solo el presidente tiene resueltos los temas de vivienda, transporte, alimentación y quizá hasta de vestido. A diferencia del resto de los servidores públicos que deben pagar, la renta, el coche, la despensa y los trapitos que usan para ir a trabajar. Así que al sueldo del presidente habría que sumarle esas prestaciones para saber cuál es el ingreso integrado neto de López Obrador.

Los funcionarios públicos también se quedaron sin seguro de gastos médicos y sin fondo de ahorro particular para su retiro. Al menos eso es lo que aparenta esa fachada de austeridad que quiere mostrar el Gobierno.

Con la Ley de Austeridad Republicana, que oficiosamente le aprobó la mayoría de Morena en el Congreso, el presidente también deja ver una posición egocéntrica en materia del futuro laboral.

Dice López Obrador que después de ser presidente, jura que solo hasta el 2024, se irá a su rancho en Chiapas. Pero una parte importante de sus funcionarios tendrán que seguir trabajando para vivir.

Si en las próximas elecciones Morena es derrotado, vendrá una nueva limpia de servidores públicos y se encontrarán con que esta nueva Ley les impide contratarse durante diez años en la iniciativa privada.

Es evidente que muchos de los que acompañan en el gabinete a López Obrador deberán pasar al retiro, pero hay funcionarios jóvenes que de algo tendrán que vivir.

No se puede pasar del despilfarro al estrangulamiento de los trabajadores de la alta burocracia, solo para aparentar. Y menos cuando hay muchos políticos en activo que claramente no cumplen con ese halo de honestidad que tanto se presume como símbolo de este Gobierno.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.

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